Después de un día de gloria haciendo pesca con mosca a pleno sol y la trucha que se cocinaba en el sartén nos obligó a abrir la segunda botella de vino pensamos, “esto es si vida”.
Mirando los fiordos al sur donde no existían caminos y ni se veía huellas del hombre mi hermano dijo, “debemos construir un barco” ¡Parecía la idea perfecta! ¿Cuán difícil podría ser?
Se nos olvidó que la madera se pudre, que las tormentas en la Patagonia se dan durante 6 meses al año, que tripulantes a veces se desaparecen y vuelven días después con varias copas encima que la armada es muy estricta y que existen el dicho “los dos días más felices para el dueño de una embarcación, es el día que lo compra y el día que lo vende”.
En 2010 cuando tomé la decisión de fundar Isla Natura tuve el mismo pensamiento, ¿Cuán difícil puede ser? La vida me había enseñado mucho desde 1997, pero no era suficiente. Nuevamente olvide preguntarme detalles, ¿Como construir una planta de proceso? ¿Como preservar los antioxidantes, nutrientes o el sabor único de un fruto? ¿Como lograr que la gente prefiera probar estos frutos?
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